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Tres Rosas Amarillas
(Raymond Carver)

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Por Pablo García Mejía
En un principio el libro de relatos fue anunciado con el título de El elefante, precisamente por ser uno de los mejores del libro. Sin embargo, en su selección, había uno que brillaba por su perfecta forma y contenido: Tres rosas amarillas, uno los más espléndidos y maravillosos relatos biográficos que la literatura universal haya podido producir en mucho tiempo.
Raymond Carver (1939-1988) tardó aproximadamente dos años en escribir y reescribir el relato mientras la muerte lo iba cercenando. La paradoja se hacia presente: Carver narraba la muerte de Chejov (1860 - 1904) al mismo tiempo que él se iba consumiendo lentamente. Así, en la medida que su propio personaje - escritor vivía su agonía: el autor del escritor moría su propia vida. La simbiosis literaria lograba su cometido: enlazar a dos maestros de la escritura en un mismo sentimiento. En muchas ocasiones ese ha sido el ingrediente que la literatura ha utilizado como esencia para lograr sus más perversos deseos o sus más bellos propósitos.
De pronto, el escritor minimalista se olvida de sus personajes: esos o aquellos que viven dentro del "Gran Imperio" sus miserias, su sordidez cotidiana, ellos que como la mayoría de los humanos luchan minuto a minuto por una vida, aunque ésta sea taciturna y contrapuesta, pero al fin y al cabo una vida, no importa que esta vida ocurra en Norteamérica.
El escritor a cada paso que da en el texto desborda magnificencia en su narrativa y nos muestra su plumaje más que su pluma: "De hecho, a Chejov le resultaba doloroso incluso moverse: le dolían constantemente las piernas. Y tenía dolores en el vientre. La enfermedad le había invadido los intestinos y la médula espinal. En aquel instante le quedaba menos de un mes de vida".
Para Carver, la muerte no estaba en los relojes que usaban aquellos comensales, amigos de Chejov, sino en la tinta, cuando él escribía sobre sus últimos días, era como si la vida le diera la oportunidad de escoger su propia muerte, una muerte eminentemente literaria: la mejor muerte para un escritor. Sin embargo, Carver pudo modificar la de su admirado amigo ¿Qué mejor muerte se puede ofrecer si no es bajo el sabor de las burbujas de una deliciosa copa de champaña?

Tres rosas amarillas es una narración que pesca y oprime el corazón: Carver utilizando el hilo dorado que presta la literatura logra concatenarse con Chejov y nos hace experimentar la mortal aflicción que sintió el gran dramaturgo ruso al ver sus salidas tapiadas por la vida que antes le había sonreído con erotismo y sensualidad.
Raymond entrega a fin de cuentas una candidez vibrante que mueven las cuerdas sensibles de un maniaco encerrado en el laberinto de su cordura y logra llegar con maestría a esa condición que muy pocas veces se culmina en el tiempo pluscuamperfecto:"...cuando llegué ya había muerto".
Raymond Carver, Tres rosas amarillas. Editorial Anagrama, Barcelona, España 1989. 158 pp.

Pablo García Mejía
Ciudad de México



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