Resumo de Las Brujas De Salem

En plena era macartista, Arthur Miller tiene el acierto de recrear de una forma rigurosa e intencionada un flagrante caso de abuso judicial y miedo colectivo ocurrido en Massachuttsets en 1692.
Después de un intento de conjuro alrededor de una hoguera, en compañía de una esclava caribeña, interrumpido por la llegada del padre de una de las chicas, varias adolescentes afirman padecer síntomas de estar sufriendo un hechizo.
Al parecer, la más hipócrita del pueblo instigó a dicho grupillo a averiguar en sesión de espiritismo quiénes son los culpables de que siete de sus hijos murieran poco después de nacer, y ahora, para exculparse de esta práctica brujeril, todas ellas fingen que son víctimas de un encantamiento y empiezan a echar la culpa a los demás, comenzando por una vieja solitaria y extravagante que tiene fama de bruja, y continuando por los que les vienen en gana.
La cabecilla del grupillo es Abigail, que antes fuera criada del sensato y liberal John Proctor y que tuviera una aventura adúltera con él que concluyó con el descubrimiento de la esposa Elizabeth de lo que estaba sucediendo y la inmediata expulsión de la casa de la muchacha. Precisamente, para vengarse y dejar el sitio libre, Abigail acusa también a Elizabeth y le prepara una trampa, enviándole por medio de su compañera Mary Wardem, una muñeca con agujas clavadas para luego simular que las agujas se las están clavando a ella por medio de malas artes.
John Proctor intenta por todos los medios desenmascarar a Abigail. Cuenta ante el tribunal su desliz con ella y hace que Mary Wardem confiese que la muñeca la llevó ella y que todo lo que están diciendo y que está llevando a mucha gente a ser encarcelada y ahorcada es mentira. Pero atemorizada por Abigail, Wardem, después de haber iniciado la confesión, se echa para atrás y da una vuelta de tuerca más a la situación acusando a John Proctor de ser el diabólico corruptor de todos. Proctor y su mujer son encarcelados junto con otras docenas de personas inocentes.
Al final, Abigail huye del pueblo y su testimonio queda en entredicho. Sin embargo, Proctor no acepta la única opción que se le da para salvarse: firmar una confesión de sus supuestos pactos con Satán, y prefiere morir, dando la lección de honradez y hombría que seguramente Arthur Miller quería que muchos de sus compatriotas hubieran dado en los interrogatorios del infausto senador en aquella época.

Resumos Relacionados