Salmos
(La Biblia)
Las comparaciones que encontramos en el primer salmo son aptas. El autor compara la vida del hombre piadoso a un árbol plantado junto a un río, mientras que la vida del hombre impío es como la paja. No hay duda que el crecimiento del árbol es el resultado de su medio ambiente; él recibe todo lo necesario para mantenerse fresco y productivo. Mientras siga junto al río, no hay riesgo de que se seque. El árbol crece, alcanzando su principal objetivo: producir frutas. Del mismo modo, el hombre piadoso es el producto de su medio ambiente espiritual. Éste es el hombre que ha escogido al Dios único y verdadero como su dios y refugio. Esto lo transforma en un árbol de Dios, alimentado por Dios, que es como el río. Se considera que este es un hombre bendito; pero esta bendición tasciende la prosperidad material. Es una prosperidad completa, de cuerpo y alma. El hombre obtiene fuerza y alimento espiritual de Dios, siempre y cuando siga enraizado en Dios. El hombre piadoso tampoco se asocia con hombres que no conozcan a Dios, so riesgo de infectarse espiritualmente. Lo más importante para él es maravillarse con los regalos de Dios. Y así como la producción de frutas le resulta natural a un árbol plantado junto al río, la vida de un hombre piadoso estará llena de bondad, gentileza, fe, esperanza y valor. Lo contrario sucede con el hombre impío: al no estar enraizado en Dios, no sabe cómo producir fruta buena o divina; este hombre es como la paja: una planta inútil, sin valor duradero para sí mismo ni para otros. Es ganado fácilmente por el mal. Lo bueno es que, según el escritor, eventualmente habrá una separación entre píos e impíos.
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