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La Divina Comedia
(Dante Alighieri)

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La Divina Comedia

Autor: Dante Alighieri
Sinopsis: Leonor Fernández Riva


Extraviado en una obscura y espesa selva, habitada por salvajes fieras, Dante divisa a lo lejos la figura de un hombre. Al acercarse, reconoce con emoción a Virgilio, su guía y maestro. El viejo poeta le invita a recorrer lugares desconocidos para todos los seres vivientes. Dante acepta, y empieza así un periplo por los confines del más allá.

El Infierno

Al llegar a la entrada del Infierno, Dante no puede evitar sentir un estremecimiento al leer el fatídico mensaje colocado en lo alto de la puerta: ?Perded toda esperanza, ¡Oh vosotros los que entráis aquí?! Dentro, el aire oscuro y tenebroso está poblado de gritos y gemidos.


En el primer círculo llamado Limbo, se encuentran con las almas de hombres buenos que no recibieron el bautismo: Sócrates, Platón, Homero y César.

Al bajar al segundo círculo, les recibe Minos, juez de las regiones infernales. La oscuridad es casi total; vientos huracanados arrastran en torbellinos a los condenados por los pecados de la carne.

Bajando más, llegan al tercer círculo. En medio de un torrente de agua y hielo, Cerbero, monstruo en figura de perro con tres cabezas, despedaza entre sus dientes a los condenados por el pecado de la gula.

El cuarto círculo, más bajo todavía, tiene mayor número de condenados que los otros; allí se encuentran los que hicieron mal uso de sus riquezas derrochándolas o apegándose a ellas con avaricia.

En el quinto círculo, revolcándose en un horroroso lago de barro y destrozándose con uñas y dientes, se encuentran las almas de los que se perdieron por el pecado de la ira.

Atravesando luego un lago, llegan al sexto círculo del Infierno donde los herejes y cismáticos sufren horribles tormentos encerrados en sepulcros de fuego.

El séptimo círculo dividido en tres partes, está destinado a los violentos: en un río de sangre son sumergidos los tiranos y asesinos; los suicidas se encuentran en una selva espinosa habitada por repugnantes arpías, y en una llanura de seca y ardiente arena sobre la que cae desde el cielo una lluvia de fuego, son castigados aquellos que han pecado contra Dios, la Naturaleza o el Arte.

En el octavo círculo moran las almas de los fraudulentos, aduladores, eclesiásticos, ladrones, malversadores del tesoro público? algunos, sumergidos en basura; otros, perseguidos por serpientes venenosas; los más, ardiendo en inextinguibles llamas.

El noveno y último círculo está destinado a los traidores. Allí no hay llamas sino un frío espantoso; en el fondo de tan horroroso abismo está Lucifer, un inmenso gigante con tres rostros y tres pares de alas de murciélago, que despedaza feroz con sus tres bocas, a Judas Iscariote, Bruto y Cacio.

El Purgatorio
Dejando atrás la desesperanza y el sufrimiento del mundo infernal, y contentos de respirar de nuevo aire puro, los poetas llegan al monte del Purgatorio donde las almas se purifican de sus culpas. Dante contempla allí a los soberbios, los envidiosos, los violentos, los perezosos, los avaros, los derrochadores, los lujuriosos, los glotones. A pesar del dolor de los que allí se encuentran, de cuando en cuando el lugar se llena de esperanza con las jubilosas notas del Gloria in excelsis Deo, al ser liberado un espíritu que se ha hecho merecedor al Cielo.

Ascienden luego hasta la cumbre del monte y llegan al Paraíso terrenal; allí Virgilio se despide de Dante. El paisaje ahora es maravilloso. Asombrado, Dante observa una peculiar comitiva; de un carro triunfal arrastrado por un grifo, mitad águila y león, desciende una mujer bellísima. Emocionado, el poeta reconoce a su amada Beatriz quien le explica que ha estado tan cerca de la perdición que la única forma de salvarlo era haciéndole conocer la morada de los condenados. Arrepentido, Dante confiesa sus culpas y se baña en las aguas del olvido.

El Paraíso
En compañía de Beatriz, Dante visita los nueve cielos: el de la Luna, del Sol, de Mercurio, de Venus, de Marte,de Saturno, de Júpiter, los nueve círculos de las tres jerarquías de seres celestiales, y el Empíreo, que es la esencia del Paraíso. Contempla el triunfo de Cristo y las almas de los santos. En el décimo cielo o Empíreo -una región de luz purísima, de goce y de amor-, Dante intuye la unidad universal de Dios. Lo que ve en ese momento no puede luego decirlo ni recordarlo, pero la dulzura de tal visión embargará su alma para siempre.

Conclusión
En un sentido literal, La Divina Comedia, no es más que la narración de un viaje; y en un sentido alegórico, la razón moral del poema es la conversión de Dante y la obligación que éste siente de exponer su ejemplo. A pesar de su innegable contenido espiritual, es difícil precisar su sentido anagógico puesto que el autor se cuidó de descubrir su intención última.



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