Extraños En Un Tren
(Patricia Highsmith)
Quien haya visto la película de Alfred Hitchcock que se olvide de ella para leer el libro, porque, para empezar, el final es distinto, y Hitchcock convirtió al personaje de Guy, un arquitecto en la versión de Highsmith, en un jugador de tenis, se supone que para ver las piernas del actor escogido. Guy conoce en un tren a Bruno, un hombre que vive bajo las faldas de su madre, con complejo de Edipo y que odia a su padre, con tendencias homosexuales y alcohólico, que le propone cometer el crimen perfecto: Guy debe matar al padre de Bruno y éste a la ex esposa del primero, que no quiere darle el divorcio, con el convencimiento de que los crímenes perpetrados por desconocidos son más difíciles de resolver y que nada podrá relacionar a las víctimas con sus asesinos.
Aunque con cierta preocupación, Guy cree que todo ha sido una broma, hasta que su ex esposa es asesinada y Bruno se pone en contacto con él para hacerle saner que ahora le toca a él cumplir su parte del trato. Bruno se convierte en una pesadilla de la que no sabe cómo librarse y esa opresión tan hábilmente manejada por la autora es el motivo por el cual vale la pena olvidarse de la película y leer el libro. Y por el final, muy diferente y que no revelaremos para que la lectura de los que todavía no la han leído sea más intensa.
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