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Colores
(Victoria Finlay)

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`VICTORIA FINLAY. "Colores". Ed. Océano, Barcelona, 2004.

Los modos en que la contemplación de una obra de arte puede modificar el curso de la vida de un ser humano son infinitos. Este libro es el resultado de uno de esos cambios prodigiosos.

Cuando VICTORIA Finlay- una niña de ocho años- entró en la catedral de Chartres en una tarde de sol de la mano de su padre, quedó maravilada ante las luces rojas y azules que arrojaban los vitrales y se reflejaban sobre la piedra desnuda. Supo entonces que aquellos vidrios de Colores habían sido fabricados hacía más de ochocientos años, pero aún guardaban el secreto de cómo se había logrado aquel azul increíble.Tuvo la determinación de que algún día llegaría a averiguarlo, pero la vida la apartó de su propósito, ya que el ambiente en que se desarrollara su educación no había sido el más apropiado para motivarla hacia las inquitudes artísticas, ni tan siquiera hacia algo que tuviera que ver con aquella experiencia de su infancia. Sin embargo, la imagen luminosa de Chartres quedó almacenada en algún lugar de su conciencia.

Victoria se inició en la antropología social, luego incursionó brevemente en el mundo de los negocios y más tarde en el periodismo informativo. Poco a poco su vocación latente fue aflorando y su actividad se derivó hacia el periodismo artístico. Llegó a transformarse en una especialista en cultura oriental en su país de origen, Inglaterra, y se desempeñó en la Universidad de St. Andrews, Escocia. Más tarde decidió emprender su carrera como periodista free- lace, que la llevaría por un verdadero camino de aventura.

El encuentro fortuito con algunos libros volvió a despertar su interés sobre las materias y las técnicas que hacen posible la creación de las imágenes, campo en el que con muy poca frecuencia incursionan los críticos de arte. Mediante la interacción con arqueólogos, antropólogos y otras gentes de ese medio cultural y nuevas lecturas, aquella curiosidad primera llegaría a transformarse en una verdadera pasión, una "suerte de enamoramiento", según sus propias palabras.

Así se introdujo en el mundo científico de la óptica, el descubrimiento de Newton sobre la refracción de la luz y muchas de las razones- químicas, físicas o psicológicas- por las que percibimos los fenómenos cromáticos.
"...el color, como el sonido y el olor, no es más que una invención de la mente humana- dice la autora-...los poetas no deberían agradecerle a la naturaleza la belleza y los arcos iris que ven a su alrededor, sino estar agradecidos a sí mismos".
Esta frase da la medida del sentido humanístico que se refleja en este libro, en el que los protagonistas no son sólo materias y fórmulas químicas, sino que también se escuchan las voces de un coro- conformado por científicos, mineros, alfareros, pintores, tejedores, etc- cuyo trabajo permitió en muchas ocasiones la aparición de nuevos movimientos artísticos.

En los primeros capítulos la autora nos introduce en los más áridos aspectos técnicos haciendo uso de un leguaje por momentos poético, lleno de metáforas. También hace una breve síntesis de la historia del arte en la que pone el acento en los cambios que provocaron en su transcurso la aparición de nuevas técnicas y nuevos materiales, particularmente en el siglo XIX.

"Il Libro dell`Arte", de Cennino Cennini merece con justo criterio un capítulo especial en esta obra de Victoria Finlay, ya que en ese primer tratado artístico tardomedieval se recuperan recetas antiguas sobre la fabricación de los pigmentos. Pero la autora no se detiene sólo en esto, ya que recoge además muchas de las observaciones de aquel pintor que tienen mucho que ver con las creencias, los valores y el sentido moral y religioso de su época.

En los capítulos siguientes, viajaremos guiados por Victoria a los lugares más alejados del globo y descubriremos con ella los múltiples significados que las  diversas culturas han dado a cada uno de los colores, desde el ocre en todos sus matices con que en Australia los nativos decoran sus cuerpos, hasta el lujoso y esquivo azul de ultramar que los pintores del Renacimiento reservaban para el manto de la Virgen.
La búsqueda de las minas de lapislázuli con que se obtiene esta tonalidad la llevó a Afganistán. Llegó allí- más precisamente a Bamiyán- justo a tiempo para contemplar las esculturas gigantes de los Budas de cabezas aureoladas de azul, justo a tiempo antes de la barbárica destrucción por parte de los talibanes. Los peligros que vivió allí esta viajera, en medio de una guerra, no representan los únicos momentos de terror que comparte con nosotros a lo largo de su vívido relato.
Cada uno de los capítulos estará destinado a un color y sus matices de la amplia paleta que se ha utilizado para los propósitos más diversos,  su significado simbólico para diferentes grupos étnicos, así como los componentes y procedimientos con que se fabrican los pigmentos.

Todo el libro está lleno de anécdotas interesantes e informaciones valiosas que se van desgranando con un ritmo poco predecible, y alternándose con observaciones en las que se evidencia la sensibilidad artística y humana de la autora. Ella descubrió tras su larga peregrinación que el arco iris está disperso por el mundo. Esas materias que sirven para expresar en colores todas las emociones del alma humana, sirven también para curar y son a veces venenos poderosos. Por eso junto a los colores encontró historias de amor e historias de las más mezquinas pasiones.
Las numerosas notas y la amplia pero muy selecta bibliografía que completan el libro son una demostración más de la erudición de la autora y un complemento utilísimo para quienes el libro ha logrado transmitir esta hermosa sed de conocimiento.



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